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Somos un grupo de estudiantes integrados por 5 personas Elizabeth Martinez, Marta Morales, Miguel Angel Torres, Yesi Lizeth Bravo y Heidy Llanos; aprendices del programa de formación tecnólogo en Gestión de Mercados. Quienes decidimos crear este blogs para dar a conocer nuestro proyecto de formación e incentivar a la sociedad respecto al cuidado, higiene y bienestar de las mascotas.

miércoles, 27 de julio de 2011

El cuidados en la alimentación de los perros




La alimentación del perro es de vital importancia como fuente de salud en el animal. Si el aporte de energía o nutrientes a nuestro amigo es inadecuada, no podemos esperar que su vida sea sencilla y sana. Esta incorrecta nutrición favorecerá a corto, medio o largo plazo a la aparición de patologías.
Pero no es muy difícil seguir una correcta dieta en nuestro perro porque actualmente se dispone de la más variada gama de alimentos. Sólo debemos asesorarnos y seguir las recomendaciones del profesional, es decir, nuestro veterinario. Siguiendo este sencillo consejo podéis estar seguros de que vuestro animal vivirá muchos años y con una estupenda calidad de vida.

Como ya hemos dicho, la mejor opción para que alimentes a tu perro es que compres alimento comercial, porque está equilibrado con todos los nutrientes que tu perro necesita y, además, existe en el mercado una gran variedad de opciones, con diversas fórmulas para las distintas etapas y actividades de cada perro. De todas formas, sólo tienes que servir la cantidad adecuada para tu mascota.
Esta opción resulta más rentable que elaborar día a día la comida de tu mascota.

El número de comidas que le demos al perro dependerá de su edad. Después de la época de lactancia (30-40 días), es decir, después del destete, el cachorro debe comer 4 veces al día hasta los 3 meses. Desde los 3 hasta los 6, 3 veces al día. De los 6 12 meses, 2 veces al día. A partir de año de vida, de una a dos veces al día.
Después de haber comido, el perro necesita permanecer tranquilo. No debemos hacerle correr o trabajar para evitar desórdenes intestinales y congestivos.
La cantidad de comida en el verano tiende a disminuir porque con el calor los perros tienden a permanecer inactivos. Es conviene entonces, descender el volumen de alimento y restringir un poco los grasas (fuente principal de calorías).
Lo contrario sucede en el invierno donde los requerimientos calóricos son mayores.

Cosas que no debemos dar a nuestro perro

Nada de restos de comida Para el perro los restos de las comida de las personas no es nada recomendable.
Debemos evitar a toda costa alimentar de esta forma a nuestro perro. La razón es muy sencilla. Con esta práctica podemos causarle problemas de obesidad, y esto implica muchos riesgos para su salud: trastornos cardiacos y renales.
La comida humana suele contener una gran cantidad de grasa, por lo que puede producir en nuestro fiel amigo una pancreatitis. Además, los condimentos que puede llevar la comida pueden causarle severas gastroenteritis, úlceras, colitis...

Nada de huesos de pollo, lechón, cordero, conejo,...
Y sobre todo evita ofrecerle huesos de pequeño tamaño o aquellos que se astillan al romperse (huesos de ave), que pueden clavarse en su garganta, producir perforación de estomago o intestinal e, incluso, la muerte.
Lo que sí puedes darle y, además, hacer muy feliz a tu mascota es con huesos redondos de res, como los de rodilla y cadera, o con trozos de huesos largos como el tuétano, que no se astillan, le sirven de juguete y le limpian y fortalecen los dientes.

Nada de comidas entre horas.
Estamos hablando de lo que los humanos conocemos como”picar”. Y en el caso de los perros es: su amo esta comiendo cualquier dulce, o alimento y el animal se pone a nuestro lado, con cara de bueno… ¡No debemos darle! Es muy posible que este picoteo se repita dos o tres veces al día y que acabe convirtiéndose en una buena ración que le afectará su horario de comidas y su digestión. Además, también puede provocarle gases, excremento fétido, estreñimiento, diarrea o incluso mal aliento y dientes con sarro y caries.
Así que piénsatelo antes de darle un trocito de ese pastel tan rico que te estás comiendo. Aunque te ponga cara tristona… ¡es por su bien!
 

El chocolate puede llegar a ser malo en exceso
A la mayoría de los perros les encanta el chocolate pero puede ser peligroso en algunos casos.
El chocolate tiene una sustancia llamada teobromina que es una aminoxantina. Son análogos de la adrenalina, y es una sustancia que en altas dosis puede ser peligroso para la salud del animal y comprometer seriamente sus funciones vitales.
Una alta dosis de chocolate en el animal puede provocar:
Un aumento de la contractilidad del corazón.
Actúar como un poderosos diurético, produciendo deshidratación
Afectar el sistema gastrointestinal, causando vómitos y diarrea.
Provocar úlceras en la mucosa gástrica..
Afectar al sistema nervioso, causando convulsiones, y a veces, muerte.
No son buenos los sobrantes de la carnicería

En su mayoría pellejos, huesos y cartílagos, tienen un bajo aporte nutricional y mucha grasa; Además, en exceso provocan estreñimiento o diarrea.

Si queremos que el perro nos dure mucho tiempo, y que esté sano, hay que comenzar por darle bien de comer. Esto no significa darle de comer hasta reventar: hay que tener en cuenta la calidad y la cantidad de lo que come, exactamente igual que haríamos para con una persona.
Antiguamente se consideraba al perro como poco más que el “cubo de la basura” de la cocina. Es cierto que un perro se come todo (o casi todo) lo que le den sus amos, pero una alimentación a base de sobras no es exactamente lo mejor que se le puede dar.
Tan malo como que viva de sobras, es darle solo carne y huesos. El aparato digestivo de un perro es el de un animal carnívoro. Sin embargo, la convivencia con los humanos ha hecho que se adapten a una dieta mucho más variada, y hoy en día necesitan algo más que carne.

Como esto no es una enciclopedia culinaria canina, no entraremos en detalles de elaboración de menús ni descripción de dietas. Lo que vamos a hacer es listar una serie de detalles a tener en cuenta, y algunos consejos útiles.

No hace falta complicarse con el menú. Hoy se pueden encontrar en los comercios suficiente cantidad de productos para que el perro esté bien alimentado. No tengas reparos en preguntar a tu veterinario favorito, o mejor aún, al criador que te ha vendido el perro (si le has conseguido de esta forma). Ellos te aconsejarán bien en base a su experiencia. Si el perro es de raza, es más interesante hablar con el criador (esto es mi opinión personal), ya que suele tener conocimientos más detallados acerca de esa raza de perro, y te puede aconsejar si es conveniente añadir algún tipo de complemento, de acuerdo con las características del perro en cuestión.
Dale siempre de comer a la misma hora. Un perro sano funciona como un reloj y te ayudará a controlar el cuando realiza sus necesidades. De esta forma puedes organizar el día (comidas y paseos) con más facilidad.
Tan malo es darle demasiada comida como demasiada poca. Además, el tipo y cantidad de comida que se le ha de dar varía con su edad y su desarrollo. Pregunta al criador o al veterinario.
No le dejes nunca el plato lleno a rebosar para que coma cuanto le venga en gana, porque un perro gordo ya no adelgaza jamás, y le acortas la vida. Además siempre es bueno que se quede con “un poquito” de hambre (tendrás un perro más alerta y despierto) pero sin que esté famélico (porque se largará con el primero que le dé algo de comer).
Enseñale a comer como es debido. Ponle la comida en el plato, y si se hace el indiferente, a los 15 minutos se la quitas (sin compasión). Aprenderá a comer sin entretenerse.

La ración diaria, es conveniente repartirsela en tres comidas (a los cachorros) y en dos (a los adultos). Es normal que en el caso de los adultos se les dé una sola comida diaria, pero yo le encuentro pocas ventajas y bastantes inconvenientes. Con una sola comida, de una a la siguiente pasan 24 horas en las que el animal no prueba bocado, y en el rato de después de comer tiene el estómago lleno hasta los topes, con lo que aumenta el riesgo de torsión gástrica, sobre todo si es un perro grande.
El perro siempre ha de tener a mano agua fresca y limpia. En verano, a veces, es conveniente racionarsela un poco, pues si bebe en exceso le puede provocar diarreas (la forma de saber que el perro está bebiendo demasiado es cuando necesitas una fregona en vez de un papel de periódico, para recoger sus deposiciones).
No debe darsele comida fuera de horario, o siempre estará pidiendo. Y jamás se le debe dar comida de la nuestra mientras estamos en la mesa, menos aún si es un cachorrillo. Hacerlo, causa dos problemas: 1) siempre estará pidiendo cada vez que te sientes a comer (y ya no le quitas la costumbre en la vida), 2) es muy probable que rechace su comida; si comer de tu plato le gusta, dirá en adelante que “el pienso, te lo comes tú”. Y para quitarle esta costumbre tendrás que hacerle pasar hambre.

Si el perro está sano y no ha cogido malas costumbres, el hecho de que no coma, o solo coma parte de lo que le dejas en el plato, puede deberse a estas causas:

Ya está saciado. Basta con reducirle un poco la ración diaria para arreglar el problema. Se sabe que es este el caso, si aparte del hecho de no comer, el perro sigue estando alegre y activo.
El perro "sabe" que ha comido lo suficiente, en relación al ejercicio que hace. Posiblemente le paseas poco, y el perro deja de comer, instintivamente, cuando ya ha satisfecho sus necesidades.
Hace mucho calor. Si es este el caso, no le obligues a comer, o ponle la comida después del atardecer, cuando el calor disminuya.
Está aburrido de la comida. A veces pasa. Puedes “condimentarsela” un poco, por ejemplo, mezclandole con la comida media sardina en aceite (de lata). Si come como una fiera, es que ya estaba harto de que la comida siempre tenga el mismo sabor.
Está enfermo. Normalmente habrá otras señales adicionales, además de la falta de apetito. Vigilalé.

Cuando debas cambiarle el tipo de comida (por ejemplo, de pienso para cachorros a pienso para adultos) no lo hagas de golpe sino gradualmente, mezclando ambos tipos de comida y variando la proporción de la mezcla, poco a poco, hasta el nuevo tipo de comida.
Si un día se te antoja darle carne en vez de su pienso (no te lo aconsejo, pero tu sabrás), no se la des nunca cruda. Cuecela un poco, al menos. Evitarás problemas digestivos por la falta de costumbre, además de eliminar el riesgo de parásitos. Recuerda además que la carne cruda le deja un aliento asqueroso y le provoca ventosidades, que luego tendrás que aguantar.

Puedes darle huesos para roer, de vez en cuando (no muy a menudo o tomará exceso de calcio y a la larga tendrá problemas). Dale huesos grandes: la rodilla de ternera es ideal, despues de cocerla un poco (hasta puedes aprovechar tú el caldo, para una sopa). Huesos pequeños (de pollo, de conejo...) no se los des nunca, los astillará y tragará casi enteros. Si no se le atraviesan en la garganta, lo cual implicará visita al veterinario de urgencias, sufrirá después cuando vaya a defecar.



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